Mié. Dic 17th, 2025

 

El arranque de la Comisión Permanente no pasó desapercibido en el Congreso. Con el calendario legislativo a punto de cerrar y en vísperas de las fiestas decembrinas, la presidenta de la Cámara de Diputados lanzó un mensaje que va más allá del protocolo: el país necesita un Poder Legislativo que debata fuerte, sí, pero con respeto, ética y pensando primero en la gente.

Desde la tribuna, la diputada recordó que quienes ocupan una curul no están ahí por sí mismos, sino para representar a millones de ciudadanos. Dicho sin tecnicismos, el Congreso no puede perderse en pleitos ni en prisas legislativas cuando lo que está en juego son decisiones que afectan la vida diaria de los mexicanos, desde la seguridad hasta la forma en que se eligen los gobiernos.

La instalación de la Comisión Permanente, integrada por senadores y diputados, abre un periodo clave para mantener vivo el trabajo legislativo. La apuesta desde la Mesa Directiva, explicó, es clara: micrófonos abiertos, debate plural y cero imposiciones. Incluso cuando haya choques ideológicos o posiciones encontradas, el respeto debe ser la base para avanzar.

En un mensaje con tono social, la legisladora también habló del cierre de año. Deseó a las familias mexicanas unas fiestas seguras, carreteras tranquilas y la posibilidad de salir de vacaciones y volver a casa sin riesgos. Pero dejó claro que eso no es solo un deseo: es parte del trabajo del Estado. La política pública, dijo, debe traducirse en seguridad, bienestar y mejores condiciones de vida, no solo en discursos.

El punto más delicado del mensaje fue la reforma electoral. La presidenta de la Cámara fue enfática: no debe haber fast track, albazos ni cambios hechos en lo oscurito. Las reglas del juego democrático, explicó, no pueden diseñarse para beneficiar a unos y reducir la representación de otros. Su función es garantizar pluralidad, respeto al voto y que las instituciones estén encabezadas por quien decida la ciudadanía.

Por eso insistió en que cualquier reforma debe construirse mediante un parlamento abierto, escuchando a expertos, partidos políticos, universidades y organizaciones civiles. Hacerlo de otra manera, advirtió, sería un error histórico. La reforma electoral no es un asunto menor: impacta directamente a más de 130 millones de personas y define el rumbo democrático del país.

En medio de la polarización nacional e internacional, la diputada recordó una verdad básica: ningún partido ni gobierno es para siempre. La democracia se sostiene en instituciones fuertes, elecciones confiables y la aceptación de los resultados, tanto para quien gana como para quien pierde. Todo eso, subrayó, ha costado décadas de construcción ciudadana y no puede ponerse en riesgo.

Finalmente, lanzó una advertencia que marcó el cierre del mensaje: el verdadero enemigo de la democracia no está en los partidos políticos, sino en el crimen organizado. La reforma electoral, dijo, debe servir para evitar que los delincuentes influyan en elecciones, impongan candidatos o definan gobiernos locales. Si no se atiende ese problema de fondo, cualquier cambio legal quedará corto.

Con ese tono, la presidenta de la Cámara dejó claro que desde su posición seguirá defendiendo el diálogo, la pluralidad y la transparencia. En tiempos de confrontación política, el Congreso enfrenta una prueba clave: demostrar que puede legislar con responsabilidad y pensando en el bien común.

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